ANTI-TRADING
12.-Inicio del segundo mes. El valor de dejarse cuidar
Llevaba ya un par de semanas sin poder dormir bien. Por las noches, aunque tomaba Dormidina, no me hacía efecto. A las tres o cuatro horas de acostarme ya estaba despierto, y así una y otra vez. Cuando esto se repite durante tantos días seguidos, empiezas a notar cómo la cabeza se acelera, los pensamientos se amontonan y no paran de dar vueltas. Esa sensación me incomoda mucho, así que decidí pedir ayuda a mi psiquiatra para que me recetara una medicación más fuerte.
Ayer, al llegar a la terapia de grupo, tuve una experiencia muy curiosa. En la entrada me encontré con Pedro —a quien considero mi padrino, porque fue quien me hizo la acogida junto a María—. Estaba tomando café con otro compañero y al verme entrar, notaron enseguida mi mala cara. Más tarde, al mirarme en casa, comprobé que las ojeras lo decían todo.
Les dije que estaba contento, pero agotado, porque llevaba más de quince días sin poder dormir. Entre bromas, me recomendaron que olvidara esa Dormidina tan floja y que hablara con el doctor para que me recetara unas pastillas “de las buenas”. Me explicaron que estaba muy ocupado y que tendría que pedir cita.
Lo que no esperaba fue el detalle que tuvo María. A los cinco minutos de comenzar la sesión entró en la sala y me dijo que, aunque el doctor tenía varias consultas por delante, intentaría hablar con él para que me atendiera en un hueco. Ese gesto me emocionó. Me hizo sentir cuidado, acompañado, parte de algo. Yo no había dicho nada, pero Pedro se lo comentó y enseguida buscaron solución.
En esta ocasión nadie parecía querer hablar. El coordinador incluso bromeó diciendo que era la primera vez que, siendo más de cincuenta personas, todos parecíamos estar bien. Y, contra todo pronóstico, levanté la mano. Jamás habría imaginado ofrecerme voluntario para hablar, y menos al inicio de la sesión, frente a tanta gente, en el grupo grande, subido a una tarima con micrófono.
Sin embargo, lo hice con calma. Más tranquilo que en otras ocasiones. Se nota que poco a poco voy perdiendo el miedo. Conté, de forma resumida, mi problema con la bolsa, pero me centré sobre todo en las conclusiones de estas últimas semanas: la importancia de mirar hacia adentro, de enfrentarte a tu dolor y a tus miedos, de conocerte y aceptarte. Les compartí que gracias a las terapias estaba logrando avances, que el diagnóstico del psiquiatra me estaba ayudando a comprenderme mejor y que, por primera vez en mucho tiempo, no sentía ese miedo de no poder quitarme el trading de la cabeza. Ahora tengo nuevas motivaciones y proyectos que me impulsan.
Cuando terminé, María me avisó para hablar con el doctor. Le expliqué lo que me estaba pasando con los pensamientos y con el sueño. Me escuchó con atención y me dijo algo que me hizo reflexionar: que estaba viviendo la rehabilitación con mucha intensidad, amplificando las emociones por mi forma de ser ( esto es normal en personas con personalidad tipo límite) . Me dijo que le daba la impresión de yo era el que lo estaba viviendo con más intensidad de todos los que estamos en terapia. Me aseguró que lo estaba haciendo muy bien. Al final me recetó una medicación más fuerte para dormir durante un mes, hasta que mi cuerpo se regule.
Regresé a la sala y escuché otros testimonios. Uno de ellos me dejó helado. Un chico que en ocasiones anteriores ya nos había contado que estaba muy mal, muy deprimido, nos confesó que había intentado quitarse la vida arrojándose a las vías del tren. En el último momento se echó atrás, pensando en el daño que causaría. Su mirada perdida, su voz apagada, su rostro agotado… fue desgarrador.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados