25.- Cuando dormir se convierte en un reto

Esta mañana me ha ocurrido algo que me ha hecho reflexionar y tomar una decisión importante: dejar de tomar la medicación para dormir.

Ya había tenido alguna situación en casa que me hizo pensar, pero lo de anoche me ha terminado de abrir los ojos. La pastilla que tomo media hora antes de ir a la cama me produce un efecto fulminante, casi inmediato. Ayer, por ejemplo, me tumbé con mi hijo mayor en la cama para ver un vídeo de un coche que me gusta. Era simplemente para hacer tiempo mientras quedaba libre el baño y poder lavarnos los dientes.

Según me ha contado esta mañana, mientras yo miraba el vídeo me quedé dormido con el móvil en la mano, completamente desconectado. Cuando volvió del baño y me vio así, se asustó. Fue a buscar a su madre y, junto a sus dos hermanos pequeños, empezaron a subirse encima de mí y a hacerme “pruebas” para comprobar si me pasaba algo.

Hoy me ha dicho su madre que mi hijo mayor estaba realmente preocupado y le preguntó qué íbamos a hacer si durante la noche ocurría algo en casa y yo no me podía despertar. Esa frase me ha dejado inquieto.

No me gusta tomar medicamentos. Nunca me ha gustado. Y si lo hago ahora es porque la falta de sueño durante tanto tiempo se ha vuelto un tema delicado que también puede tener consecuencias graves. Pero no me hace ninguna gracia. Sé que este tipo de fármacos pueden crear adicción. Y lo cierto es que, en mi caso, para que lo entiendan quienes nunca han tomado este tipo de medicamentos , el efecto es como si literalmente te desconectaran la cabeza. No es un sueño natural, es un apagón. De hecho, al día siguiente no recuerdo cosas que he hecho mientras me hacía efecto y me quedaba dormido, como cambiar una foto de perfil en WhatsApp.

Hoy he decidido no tomar la medicación. Solo me faltaban dos días para acabar el mes que me recomendó el psiquiatra, así que he pensado que podía dar por terminado el tratamiento un par de días antes. De hecho mi hijo mayor antes de ir a la cama me ha preguntado si me iba a tomar la pastilla... No se le había olvidado lo de anoche. Cuando les he dicho que no , casi montan una fiesta. El resultado: he dormido una hora y enseguida me he desvelado. Vuelta a la realidad...

Ahora me toca probar con otras herramientas: escribir un rato para liberar pensamientos, poner algo de música relajante, una infusión de hierbas que favorezcan el sueño… y volver a la cama con la esperanza de descansar un poco más.

Qué maravilla era cuando de niño dormía diez o doce horas seguidas, más una pequeña siesta.

Lo curioso es que cuando cuentas a alguien que no duermes, enseguida recibes consejos: que tienes que preocuparte menos, que hagas deporte, que pruebes tal o cual técnica. Y no digo que esas recomendaciones no funcionen, seguramente sí.

Pero qué difícil, qué jodido, es no poder dormir.