30.- Buscando el origen de mi adicción a la bolsa

Intentar comprender el origen de mi adicción a la bolsa es como mirar a través de un cristal empañado: las imágenes aparecen, pero nunca del todo nítidas.

Si retrocedo a mis inicios, recuerdo que el trading me atrajo porque me daba un propósito. En aquella época no tenía hijos y mi mujer dedicaba casi todo su tiempo al doctorado y al trabajo. Yo, en cambio, me sentía atrapado en un empleo que no me llenaba, cargando con la frustración de haber invertido años en una carrera universitaria que no me apasionaba.

El trading llegó como una promesa. Pensé: “Si invierto tiempo, esfuerzo y dinero en aprender, quizá logre vivir de esto. O al menos me servirá de trampolín para dejar el trabajo y encontrar otro camino”. Esa motivación se mantuvo viva durante mucho tiempo.

Con los años, mi rechazo al trabajo fue creciendo. Y cuando nacieron mis hijos, cambiar de empleo se volvió casi imposible: ya no se trataba solo de mí, sino de mantener a la familia. A eso se sumaron las deudas, cada vez más pesadas, fruto de mis malas decisiones. Entre la frustración laboral y la carga económica, me aferré más y más al trading.

Hoy me pregunto: ¿por qué aquello acabó en una adicción? ¿Por qué tomé decisiones que una persona racional no habría tomado? ¿Por qué llegué a endeudarme tanto?
No tengo aún respuestas claras.

Sé que mi padre biológico tuvo problemas con el juego y el alcohol. Se separó de mi madre cuando yo tenía apenas dos años. En un podcast escuché que algunas personas que habían sufrido abandono por parte de padres adictos desarrollaban también adicciones, como una forma inconsciente de acercarse a ese padre ausente. Le comenté esta idea a mi psicóloga, pero ella me dijo que probablemente no era mi caso. Que en mi caso podía deberse más bien a una predisposición genética.

Esa predisposición, según me explicó, no es solo un rasgo biológico. Es un sistema de carencias emocionales que hace que, ante las dificultades de la vida, no tengas las mismas herramientas que otras personas para afrontarlas. Y cuando no sabes cómo gestionar tus emociones, tu mente busca anestesia. Esa anestesia puede tomar muchas formas: alcohol, drogas, comida, compras compulsivas… o trading.

Quizás ahí esté la raíz: en esa incapacidad de fondo para regular lo que siento. El trading fue simplemente la vía de escape que encontré, igual que otros encuentran una botella o una máquina tragaperras.

Comprender este origen no lo soluciona todo, pero me ayuda a poner nombre a lo que me pasa. Y siento que en ese ejercicio de entenderme empieza, poco a poco, la posibilidad de sanar.