31.-Así es como me siento por dentro

En el proceso de rehabilitación estoy comprendiendo cosas de mí que nunca había sido capaz de ver con tanta claridad. Mi psicóloga me explicó hace unas cuantas sesiones que no tengo un Trastorno Límite de Personalidad, pero sí muchos de esos rasgos muy marcados: lo que se conoce como personalidad tipo límite inestable. Y aunque no sea un diagnóstico en sí mismo, me ha hecho pensar mucho en cómo me vivo por dentro y en cómo me perciben los demás.

Por eso quiero escribir estas líneas dirigidas a quienes me rodean, para tratar de explicar lo que a veces ni yo mismo sé poner en palabras.

Vivir con estos rasgos significa que mis emociones son muy intensas y cambiantes. Puedo pasar de estar tranquilo a sentirme herido, enfadado o triste en cuestión de minutos. Y eso no siempre tiene una causa que parezca lógica desde fuera. Es como si dentro de mí hubiese una tormenta que aparece sin previo aviso.

También cargo con un miedo profundo al abandono. No siempre lo expreso, pero lo siento. Ese miedo a perder a las personas importantes en mi vida se convierte, en ocasiones, en celos, en inseguridad o en pensamientos obsesivos. Y sé que esos pensamientos pueden hacer daño, tanto a mí como a los demás.

A veces me invade una especie de vacío difícil de describir. Es una sensación de falta de sentido, como si algo me faltara siempre, por más que me esfuerce. En esos momentos me siento muy pequeño, como si por dentro siguiera siendo un niño que no sabe cómo manejar todo lo que siente.

Quiero que entendáis algo importante: cuando reacciono de manera intensa, cuando me desbordo o me dejo llevar por mis pensamientos obsesivos, no es porque no valore lo que tengo o porque no me importéis, sino porque mi mente funciona de esta manera. Y aunque estoy trabajando duro en terapia para comprenderlo y gestionarlo, muchas veces todavía me cuesta.

Sé que desde fuera puede parecer que exagere, que soy demasiado impulsivo o que no aprendo de mis errores. Pero por dentro, lo que realmente siento es una lucha constante entre dos partes de mí: una que quiere calma, equilibrio y avanzar, y otra que se deja arrastrar por el miedo, la rabia o la tristeza.

Mi psicóloga me dice que lo estoy haciendo bien, que estoy trabajando mucho y que lo más importante es que me estoy haciendo consciente de lo que me pasa. Pero la verdad es que esto es lo más duro que he hecho en mi vida. A veces siento que avanzo, y otras que no me muevo del sitio.

Si comparto todo esto es porque quiero que quienes me rodeáis sepáis que mi lucha no es contra vosotros, ni contra mi familia, ni contra el mundo. Mi lucha es conmigo mismo, con esa parte interior que tengo que aprender a cuidar, contener y comprender.

No sé si algún día podré decir que lo tengo superado del todo. Pero sí sé que cada día que me esfuerzo en observarme, en poner palabras a lo que siento, en no esconderme, estoy dando un paso hacia adelante. Y aunque es duro, creo que merece la pena.