ANTI-TRADING
33.- Celebrando resultados
Hoy se cumplen dos semanas desde que dejé de tomar zolpidem, la medicación que mi psiquiatra me recetó para poder dormir.
Tuve que recurrir a ella en uno de los momentos más intensos de mi vida: el inicio de las terapias, los trámites de la Ley de Segunda Oportunidad, la presión constante de los bancos, la culpa por mis errores pasados, el arrepentimiento, la sensación de no tener un rumbo claro ni objetivos como los que antes me movían cuando vivía centrado en la bolsa. Todo eso generó en mí un estado mental de hiperactividad emocional, una mente acelerada, excitada, que no encontraba descanso.
Mirando un mes atrás, soy consciente del caos que viví por dentro.
Mi mente funcionaba —como digo yo— “como un Ferrari”, intentando encajar todas las piezas de mi vida pasada. Esa capacidad mental siempre ha sido una virtud: me ha ayudado a resolver problemas externos, tanto en el trabajo como en casa. Pero cuando la mente intenta “arreglarse a sí misma”, el resultado puede ser un auténtico infierno. Es un proceso donde la propia herramienta que debería ayudarte se convierte en tu mayor obstáculo.
Al principio, no confiaba del todo en lo que me dijo el psiquiatra: que cuando mi cuerpo se estabilizara podría dejar la medicación y volver a dormir con normalidad.
Cuando llegó ese momento y dejé el zolpidem de golpe, descubrí con miedo que no dormía absolutamente nada, incluso peor que antes de tomarlo. Entonces entendí que debía hacerlo de forma gradual. Pasé una semana reduciendo la dosis a la mitad hasta que finalmente la dejé por completo.
Y hoy, dos semanas después, puedo decir que estoy durmiendo.
No todos los días, sería mentirme decir que sí, pero al menos nueve de cada diez noches. A veces me despierto varias veces —cuatro o cinco—, pero consigo volver a dormirme. Puede parecer un detalle sin importancia, pero para mí es un logro inmenso.
Porque dormir es mucho más que descansar: es darle a la mente el silencio que necesita para no descontrolarse, para no vivir al límite de su propio pensamiento.
Mi mente, sobre todo la mía, necesita ese descanso para mantenerse en equilibrio.
Por eso he querido escribir este artículo: para celebrar los avances, por pequeños que parezcan.
Porque tendemos a enfocarnos solo en lo que va mal, en lo que aún no conseguimos, sin detenernos a reconocer lo que sí estamos logrando.
Y reconocerlo no es soberbia ni autoengaño: es agradecimiento y motivación. Es una forma de mirar hacia atrás y decirnos: “he avanzado, estoy mejor que ayer, y puedo seguir mejorando”.
Quizá aún no sea del todo consciente de ello, pero haber recuperado el sueño es, sin duda, uno de los pasos más importantes de mi proceso de recuperación.
Porque si no dormimos, todo lo demás se tambalea.
Dormir, en mi caso, es volver a reconciliarme con mi mente, y eso —después de tanto tiempo— ya es motivo suficiente para celebrarlo.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados