35.- Cuando vuelves a mirar de frente a tu adicción

Ayer me sucedió algo curioso, de esas cosas que no planeas, pero que te dejan pensando durante horas. Decidí simplemente dejar que ocurriera, observando con atención la reacción de mi cuerpo y de mi mente, tanto a nivel físico como emocional. Como suelo hacer, quiero dejarlo por escrito, porque estas experiencias se olvidan con el tiempo, y precisamente de eso trata esta sección: de documentar este proceso, mi camino en la rehabilitación.

Un proceso de recuperación de una adicción no se mide solo en tiempo, sino en transformación. Dura, aproximadamente, un par de años hasta que llega el alta terapéutica, pero lo que verdaderamente cambia en ese tiempo no es lo externo, sino lo interno. En dos años pasan muchas cosas. Los cambios son sutiles, casi imperceptibles día a día, pero te van moldeando poco a poco, hasta convertirte en alguien distinto. En la rehabilitación uno aprende a desaprender comportamientos automáticos, y a construir desde cero nuevas herramientas para afrontar la vida sin anestesiar las emociones y pensamientos con dopamina.

Ayer, sin esperarlo, tuve una de esas pruebas que te enfrentan de golpe con tu pasado.
Tuve que entrar en mis cuentas de broker para enviar al despacho de abogados los informes de saldo y los certificados de titularidad. Todo el papeleo necesario para la Ley de Segunda Oportunidad. Hacía meses que no abría ninguna de esas plataformas. Desde que cerré todas las operaciones, siguiendo la recomendación de una de mis psicólogas, no había vuelto a mirar los gráficos. A lo sumo, alguna vez, había buscado en Google la cotización de aquella empresa que me lo quitó todo… pero nada más. Esto último , lo de mirar los gráficos , lo hablé con la psicóloga en mi última terapia y la expliqué que no se muy bien por que lo he hecho ( unas 3 o 4 veces) , porque no es que quisiera volver a hacer trading pero algo en mi cabeza me arrastró a mirarlo algún día que me encontraba vacío y aburrido. Supongo que ya encontraré la respuesta más adelante.

Sin embargo, ayer tuve que hacerlo.

En cuanto se cargó el panel principal y apareció el gráfico de aquella empresa maldita, sentí cómo mi corazón se aceleraba. Una corriente eléctrica recorrió mi pecho. Noté la respiración corta. Y, sobre todo, noté cómo ciertos pensamientos empezaban a despertarse, como viejos fantasmas que reconocen su casa. Pensamientos que creía dormidos.

Reconozco que me asusté. Respiré profundo, fijé la atención en mis pulsaciones y decidí no hacer nada, solo observar. Saqué los documentos que necesitaba, cerré el ordenador y me quedé quieto unos minutos, intentando entender lo que acababa de ocurrir.

Lo que viví fue, sin duda, una respuesta física y emocional ante la sustancia.
Solo que en mi caso la sustancia no era un polvo ni un líquido. Era un gráfico.
Era el trading.

Ayer me di cuenta de algo que hasta ahora solo había entendido en teoría: que la adicción no desaparece, se adormece. Mi cuerpo reaccionó como el de un adicto frente a su droga.
El corazón no sabe de racionalidad. La mente recuerda. Y el cerebro, sobre todo, no olvida.

Durante meses pensé que mi proceso estaba siendo sencillo. Que había superado “el juego”. Pero lo de ayer me hizo ver que lo verdaderamente complejo no es dejar de jugar, sino reconstruirte por dentro, desactivar los mecanismos invisibles que te llevaban una y otra vez a repetir patrones autodestructivos.

Cambiar eso no se hace en un día. Es un trabajo de fondo, constante, paciente. Primero tienes que conocerte, entender cómo y por qué reaccionas, y luego —lo más difícil— aprender a reaccionar distinto. Sustituir viejos reflejos por nuevos comportamientos. Y repetir, una y otra vez, hasta que lo nuevo se vuelva natural.

El cerebro, sin embargo, juega su propio juego. Te conoce mejor que nadie.
Sabe cómo tentarte, cómo manipularte. Y lo hará, siempre que encuentre una grieta por donde colarse.

No te voy a mentir: duele reconocerlo. Duele mirar atrás y ver el precio de la adicción —económico, emocional, familiar—, el coste de haberte arruinado tú mismo. Pero también hay una parte luminosa en todo esto: mi compromiso con la rehabilitación es total. Este proceso, con sus altibajos, me tiene enganchado. Y, por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy enganchado a algo que me hace bien.

Sí, hay días duros. Días de cansancio mental, de pensamientos densos, de emociones que revientan sin aviso. Pero cuando uno aprende a observar sin juzgar, a dejar que las cosas sucedan sin reaccionar como antes, algo cambia. Aparece un silencio nuevo. Una calma que no es ausencia de ruido, sino una presencia serena, casi física.

Ayer volví a mirar de frente a mi adicción.
Y esta vez, no me arrastró.
Solo me mostró lo que aún queda por trabajar.
Y eso, créeme, es una de las victorias más grandes que puedo celebrar hoy.

Lo que decidí ayer, y que haré esta tarde, es retirar el dinero de las cuentas de trading, para protegerme. Aun no las quiero cerrar, porque las necesito abiertas hasta que haga la declaración de la renta de 2025.

Un adicto necesita protegerse a si mismo , sobre todo en la primera etapa de la rehabilitación, no teniendo acceso a la sustancia. En el caso del juego , una de las primeras cosas que te " obligan" a hacer es auto prohibirte la entrada a las casas de apuestas y que además algún familiar te controle las cuentas bancarias y es por algo.

En cualquier momento, por causas que ni tu mismo te imaginas, tu cabeza puede tomar el control, y generar impulsos que te lleven de nuevo a jugar. Seguro que después vendría el arrepentimiento , después de que el daño ya esté hecho, pero la fuerza que tiene la cabeza y la impulsividad de un adicto es muy grande y es posible que se de alguna situación en la que no seas capaz de sujetarte a ti mismo .

La Asociación Española de Jugadores Rehabilitados ( FEJAR) dice que hay unas 670.000 personas en España con ludopatía potencial, de las cuales unas 14.000 reciben tratamiento actualmente.

No he encontrado datos fiables sobre el porcentaje de éxito de la rehabilitación en personas que ingresan en un centro o en alguna asociación especializada. Los datos que he encontrado parece que apuntan a un 70 % de éxito, aunque otros hablan de un 50% - 80%.

Lo que si estoy viendo en rehabilitación es que algunos compañeros dejan de asistir a terapia y eso da que pensar.

El primer paso es acudir aun centro donde te puedan ayudar, porque tú solo no vas a poder conseguirlo. Es un proceso demasiado complejo como para que se supere sin ayuda de psicólogos especializados que te acompañen en el proceso.