ANTI-TRADING
40 .-Vivir sin anestesia
Llevo algo más de una semana con una sensación que, sinceramente, creo que nunca había experimentado durante tanto tiempo: una tristeza profunda, una especie de vacío, y una falta total de energía.
A mediados de semana tuve un par de días muy complicados por un conflicto con mi mujer. Un malentendido sobre el pago a los abogados que van a presentar la demanda de la Ley de Segunda Oportunidad. La cercanía del segundo pago de Hacienda me tiene bastante preocupado; reconozco que tengo miedo a lo que pueda pasar.
Aun así, creo que estoy haciendo las cosas bien. Noto ciertos cambios en mi forma de afrontar los problemas y en la manera de vivir la vida. Me permito sentir, y eso antes no lo hacía. Especialmente cuando las emociones no eran agradables, tendía a huir, a buscar cualquier forma de no sentir dolor. Ahora trato de quedarme con la emoción, por incómoda que sea.
La verdad es que me estoy esforzando mucho por estar bien en casa y en el trabajo, pero noto una gran falta de energía. He dejado de hacer deporte en las últimas dos semanas, porque no tengo fuerzas. Espero recuperarlo pronto. Ayer, a las ocho de la tarde, ya estaba destrozado. Supongo que el estrés acumulado me ha pasado factura. Es una sensación similar a tener gripe: el cuerpo agotado, sin ganas de nada.
Y, sin embargo, vivir sin anestesia es exactamente eso. Sentirlo todo. Hay momentos en los que la ansiedad sube y necesito hacer algo, no puedo quedarme quieto. Entonces me da por comer. Incluso algún día me he visto desbordado y me he tomado una cerveza.
Cuando eso pasa soy perfectamente consciente de lo que estoy haciendo, y me da miedo. Porque sé que estoy aportando dopamina a mi cuerpo e intentando calmar el malestar con otras pequeñas anestesias. No es el juego, pero tampoco está bien. Y me pregunto: ¿qué pasaría si empiezo a hacerlo constantemente? Está claro: acabaría con otro problema, con otra adicción, sea la comida, el alcohol o cualquier otra cosa.
El peligro es que, si lo comentas con un médico, lo más probable es que acabe recurriendo a una anestesia legal. En mi caso fue el Zolpidem, cuando le dije que no podía dormir. Tengo una caja en casa y reconozco que, en mis peores días, me dan ganas de tomarme una. Pero no lo hago. He leído sobre sus efectos y sé lo fácil que puede ser caer en la dependencia, incluso tomándolo de forma esporádica.
Así que solo me queda resistir. Resistir con herramientas sanas. Esta semana he echado de menos no tener un buen libro entre manos. Me ayudan la escritura y el dibujo. Sobre todo la escritura, que se ha convertido en mi refugio.
Y esa es mi reflexión de hoy:
La rehabilitación de un ludópata consiste en aprender a vivir sin anestesia.
Sin adormecer el dolor, sin escapar de uno mismo, sin buscar atajos.
Aceptar que habrá días oscuros, cansancio, miedo, ansiedad, tristeza.
Pero también habrá momentos de claridad, de presencia, de verdad.
Porque solo cuando somos capaces de sentir todo lo que duele, empezamos, de verdad, a sanar.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados