ANTI-TRADING
44.- Baño de realidad
Ayer asistí, con gran esfuerzo, a una de las terapias grupales.
Tuve que vencer dos resistencias: la pereza —esa que últimamente me acompaña cuando las terapias se vuelven más superficiales— y el cansancio físico. Llevo un par de días con catarro, con dolor de garganta, y además uno de mis hijos ha estado con fiebre. No he descansado casi nada.
Aun así, hice el esfuerzo de ir. La semana anterior no había asistido a ninguna terapia y no quiero que vuelva a pasar tanto tiempo sin hacerlo.
Y lo que me encontré allí fue, literalmente, un baño de realidad.
Como si el universo hubiera escuchado mi deseo de volver a conectar con lo esencial, de participar en una terapia más profunda, más emocional, que realmente te sacuda por dentro.
Y vaya si lo hizo.
Cuatro testimonios estremecieron a todos los presentes.
De esos que te encogen el estómago, que te devuelven a la humildad y te recuerdan por qué estamos ahí.
Uno de los compañeros, que lleva año y medio en rehabilitación, contó una recaída.
Debería estar ya en el grupo intermedio, pero explicó que, por motivos personales, asistiría de forma ocasional al de iniciación. Dijo que llevaba meses sin jugar, pero que hacía un tiempo tuvo un impulso: entró en un bar, echó 20 euros a una tragaperras… y terminó perdiendo 600.
Su padre, que estaba presente, confirmó el relato.
El coordinador le hizo ver que, pese a la recaída, había sabido parar a tiempo, y que sin las herramientas adquiridas en terapia aquello podría haber acabado mucho peor.
Fue un testimonio sincero, y eso ya es un paso inmenso en recuperación.
Después habló otro compañero.
Ya había pasado por una rehabilitación por consumo de drogas y ahora luchaba contra el juego. Me había adelantado antes de empezar la sesión que quería “vaciarse” del todo, contar algo que había estado ocultando.
Nos explicó que mantenía una deuda con un prestamista, algo que su familia desconocía.
Pagaba 2.400 euros mensuales solo en intereses, y debía ya más de 10.000.
Cuando lo contó, su hermana —que también acude a terapia— se enteró en ese mismo momento. La tensión en la sala era palpable. Se notaba el miedo, la desconfianza, el desconcierto.
Aun así, él habló con calma, reconociendo su situación y asegurando que, aunque no tenía miedo del prestamista, sabía que había tocado fondo y necesitaba ayuda.
Su testimonio nos dejó a todos en silencio. Fue un momento duro, real, humano.
El siguiente en hablar fue el más joven del grupo.
Combina problemas de drogas y juego. Su madre, agotada, explicó que ya no puede más, que vive en una angustia constante, que su hijo no descansa, ni ella tampoco.
El chico, entre lágrimas, dijo que se siente atrapado, que no controla sus pensamientos ni su conducta. El coordinador le recomendó un ingreso en un centro, pero él teme volver a pasar por lo mismo, porque —como le recordó otro compañero— si no aprendes a enfrentarte a tus emociones sin la sustancia o sin el juego, los problemas te esperan a la salida, intactos, listos para derribarte de nuevo.
Para cerrar, habló un hombre al que no conocía.
Había estado en la asociación hacía diez años, rehabilitándose del juego deportivo. Se autoexcluyó, pero años después recayó jugando a las tragaperras y enganchándose al alcohol.
Nos contó, sin dramatismos, que llegó a quedarse sin nada. Vivió en la calle, completamente destruido.
Ahora lleva quince días sin beber ni jugar, tiene trabajo y vuelve a intentarlo.
Le escuché con admiración. No por lo que perdió, sino por lo que está intentando recuperar: la dignidad, la esperanza, la vida.
Al terminar, el coordinador nos pidió a cada uno unas palabras.
Pero después de testimonios tan duros, poco quedaba por añadir.
Solo palabras de apoyo, de respeto y de reconocimiento.
Y la sensación compartida de que estas son las terapias que realmente nos transforman.
Las que nos sacuden, las que nos devuelven la perspectiva, las que nos recuerdan que no somos inmunes ni mejores que nadie.
A veces, lo que más necesitamos no es una terapia “ligera” que nos haga sentir bien.
Sino un baño de realidad que nos devuelva a la verdad de lo que somos, de lo que hicimos y de lo que aún tenemos por reconstruir.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados