ANTI-TRADING
45.- Lo más difícil: aceptar que no sé qué me pasa
Hoy es uno de esos días en los que me encuentro raro.
Siento una tristeza profunda, un malestar general que arrastro desde ayer.
Anoche ya me notaba mal, pero lo achaqué a que era domingo y me daba pereza volver al trabajo el lunes. Un trabajo que, a día de hoy, no me gusta. Lo mantengo porque tengo que mantenerme a mí y a mi familia, pero me pesa mucho no poder dedicarme a algo que realmente me apasione.
Uno puede convencerse de que el trabajo es solo una fuente de ingresos, pero en mi caso se me hace muy duro.
Mi mujer me dice que todo el mundo está igual, que la mayoría tiene trabajos que no le gustan.
Tal vez sea cierto.
Pero, por la razón que sea, a mí me cuesta más.
Llevo unos días preocupado por un par de líos en el trabajo que no me dejan descansar bien.
Ayer, la jornada pasó rápido, y la tarde también, entre deberes, actividades de los niños y unas galletas que hicimos juntos. Al final del día sentí que había cumplido. Pero al llegar la noche me desvelé pronto, sobre las cuatro.
Me levanté sin sueño, pero sin ganas de nada. Sin ganas de leer, ni de ver vídeos, ni de pensar.
Me tumbé intentando buscar dentro de mí qué era eso que me hacía sentir tan mal, pero no encontré una respuesta clara.
Creo que se mezclan varias cosas.
Por un lado, el trabajo: me incomodan algunos cambios que tenemos que implantar, y aunque sé que la incertidumbre es temporal, me agota.
Por otro lado, esa sensación de duda sobre si todo esto —lo que escribo, lo que comparto— sirve realmente para algo. Intento convencerme de que lo hago por mí, pero en el fondo sé que hay algo dentro de mí que necesita que sirva también para los demás.
Y, además, reconozco un miedo de fondo.
La demanda de la Ley de Segunda Oportunidad aún no se ha tramitado, y en dos días me cargarán más de 5.000 euros en la cuenta para pagar a Hacienda. Dinero que no tengo.
Ayer recibí un aviso del banco. Todo eso me pesa más de lo que quiero reconocer.
Le doy muchas vueltas a mi problema con el trading.
Sé que el primer paso para resolver un problema es reconocer que lo tienes.
Y, sin embargo, me doy cuenta de lo difícil que es hacerlo cuando el enemigo está dentro de uno mismo.
Algún compañero en terapia contó que tardó tres o cuatro años —ya en tratamiento— en reconocer que tenía un problema real con el juego.
Y yo, si soy completamente sincero, no sé si he llegado a reconocerlo del todo.
Podría decir que sí, pero en el fondo… todavía no.
Y eso me preocupa.
Porque si soy honesto conmigo mismo, el motivo por el que hoy estoy alejado del trading no es una victoria de la voluntad, sino la falta de dinero.
No puedo hacerlo. No quiero volver a pedir préstamos ni cometer locuras para conseguirlo.
Pero el trasfondo sigue ahí.
Ese malestar que me impulsaba a operar, ese vacío que buscaba llenar con la emoción de cada operación, esa necesidad de escapar de mi trabajo actual , sigue dentro.
Y eso es lo que realmente me asusta.
Si todo sale bien, antes de un año podría resolverse mi proceso de la Ley de Segunda Oportunidad.
Podría empezar de cero.
Pero… ¿qué pasará con mi vida entonces?
Si no logro resolver lo que hay debajo, ese vacío, esa insatisfacción constante, volveré a luchar contra los mismos fantasmas.
Porque la lucha no es solo económica. Es una lucha interior, diaria, agotadora.
Una lucha contra la propia mente.
El viernes tengo terapia con mi psicóloga y hablaré de todo esto.
No tenía ganas de escribir hoy, pero lo he hecho.
Después de media hora en la cama, he decidido que tenía que forzarme a moverme, a hacer algo.
He pensado que el ejercicio físico podía ayudarme a quemar cortisol.
Llevaba semanas sin hacerlo por el catarro y la fiebre, pero hoy, que ya estoy bien, me he obligado a levantarme, a moverme, a escribir. He visto a mi mente rechazar con todas sus fuerzas que me ponga a hacer ejercicio. Pareciera estar en mi contra , buscando la permanencia de mi mal estar. Un verdadero enemigo dentro.
Pero aquí estoy. Un día más, ganando la batalla.
No sé si lo que siento es tristeza, depresión o simplemente cansancio.
Pero , ahora mismo, después de hacer algo de ejercicio y escribir un poco , al menos me siento un poco más aliviado.
Porque escribirlo me permite poner nombre, aunque sea de forma imperfecta, a lo que me pasa.
Y eso, en días como hoy, ya es mucho.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados