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48.- Lo peor es dormir mal
Qué razón tenía mi hermana mayor cuando lo dijo hace ya tantos años. Lo hemos recordado mi mujer y yo en muchas ocasiones a lo largo de los más de veinticinco años que llevamos juntos. Mi hermana pronunció esa frase hace más de veinte años, y aunque por aquella época estaba “como una moto”, pobrecita, hay que reconocer que tenía toda la razón: lo peor es dormir mal.
Anoche me desvelé otra vez a la una de la madrugada y no conseguí dormirme hasta las cuatro. A las siete ya estaba despierto de nuevo. Hoy, mismo patrón. Parece que mi cabeza tiene demasiadas ideas que me invaden y no me dejan descansar.
A la una me levanté a leer. Me preparé una infusión de esas que prometen “duerme bien”, como pone en el sobre, y me tomé unas pastillas de melatonina esperando que hiciesen efecto. Mientras leía, parecía que me adormecía un poco, así que volví a la cama. Pero después de una hora dando vueltas sin lograr dormirme, me levanté de nuevo. A veces, escribir lo que me pasa por la cabeza es la única forma de calmar a mi mente inquieta.
Esto me ocurre cuando algo me ilusiona, cuando tengo una motivación fuerte. El viernes, en mi sesión con la psicóloga, le dije que por fin sentía que estaba preparado para escribir mi libro.
Una semana antes de entrar en la asociación para rehabilitarme, durante la que sin duda fue la semana más oscura de mi vida, ocurrió algo curioso, casi mágico. Como si telepáticamente hubiera podido contactar conmigo, mi prima —que vive en otra ciudad— me escribió preguntando cómo estaba. Estuvimos charlando un rato por WhatsApp, intercambiando algunos mensajes, y entre ellos le comenté que, dentro del caos que vivía, encontraba cierta paz al observarme a mí mismo intentando solucionar todos los problemas de mi vida.
En esa semana, los problemas eran muchos y no tenía ni idea de cómo iba a resolverlos. Tenía una deuda enorme que ya no podía pagar. Había investigado sobre la ley de segunda oportunidad, pero aún no la había puesto en marcha. Me había planteado seriamente ingresar en una asociación para rehabilitarme de la ludopatía. Incluso llegué a considerar quitarme la vida, o irme al extranjero para ganar más dinero y poder mantener a mi familia. Me sentía una carga, alguien que no merecía vivir junto a su mujer y sus hijos. Mi autoestima estaba por los suelos. Era plenamente consciente del destrozo que había causado y, lo peor, no sabía cómo repararlo.
Llevaba ya algunos meses trabajando con mi hermano, haciendo chapuzas para sacar un dinero extra, pero aquello era solo un parche. ¿Cómo iba a afrontar los gastos de los próximos ocho años? En casa cada vez había más gastos y, de hecho, a día de hoy, incluso sin pagar los préstamos, apenas llegamos a fin de mes.
No sé cómo no me di cuenta antes. Iba pidiendo préstamos y pateando el problema hacia adelante, sin ser realmente consciente de que no podía sostenerlo. En aquellas semanas me di cuenta del enorme lío en el que me había metido. Fue entonces cuando toqué fondo.
Mi prima, sin saber nada de todo esto, me preguntó qué tal iba el proyecto del libro. Le respondí que me faltaba algo por vivir, que no sabía exactamente qué era, pero que aún no estaba preparado para escribirlo. En noviembre del año pasado hice un intento, supongo que impulsado por la necesidad de expresar todo lo que sentía por dentro, pero el libro terminó desviándose hacia la ficción, sin dejar salir lo que realmente necesitaba contar.
Ahora, después de cuatro meses y de muchas terapias, sé que ha llegado el momento. En la última terapia le dije a mi psicóloga, con una sonrisa, que sentía que ya estaba preparado para escribirlo. Sé lo que quiero contar, tengo claro el objetivo, cómo quiero hacerlo y me siento preparado.
Se que estos días van a ser difíciles. Ya lo experimenté justo hace un año, cuando estaba en proceso de escritura del otro libro : cuando escribía, me desvelaba cada noche con ideas, me levantaba a escribir y ya no podía volver a dormirme. Supongo que eso volverá a pasar, porque escribir me activa, me remueve por dentro. Y el problema es que mi cabeza empieza a hilar lo que quiero contar y no para. Por una parte creo que esta vez será diferente , porque al intentar no derivar en ficción , sino reflejar la realidad, en realidad todo está ya en mi mente. Solo hace falta ir sacándolo poco a poco en orden , y estructurarlo. En el proceso anterior, fue complicado, porque al ser una escritura creativa, sentía que si no me levantaba a escribir, por la mañana esas ideas se desvanecería, como comprobé varias mañanas al despertar.
Y esas son las ideas que hoy me han vuelto a la cabeza, las que me han desvelado. ¿Por dónde empiezo el libro? Siempre el comienzo es lo más complicado… luego todo fluye.
Lo importante es que empieza una nueva etapa, una etapa emocionante: la escritura del libro que llevo más de cinco años persiguiendo.
Seguiré escribiendo artículos por aquí. Este blog es mi " pequeño laboratorio de ideas", mi diario.
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