ANTI-TRADING
50.- Tercer día de insomnio
Tercer día de insomnio seguido… una auténtica putada.
Anoche me acosté a las diez, contento por haber iniciado por fin la escritura del libro. En el papel ya tengo el prólogo terminado —bastante chulo, la verdad— y en mi cabeza llevaba todo el día elaborando el primer capítulo, esperando con ilusión la madrugada para poder plasmarlo en el papel.
Y ahí está el problema: me pasa exactamente como a un niño pequeño la noche de Reyes, que no puede dormir de la emoción o se despierta antes del amanecer. ¿Es malo? No lo creo. Es esa ilusión, ese niño interior que no puede esperar al día siguiente para hacerlo.
Mi mente racional —el adulto, el padre— me recuerda que mañana hay que trabajar, atender a los niños, que dormir es importante, que el cuerpo y la mente necesitan descanso. Y tiene razón. Pero ¿qué hago si no puedo dormir y no quiero tomar medicación? Es una putada, lo sé… pero así funciona mi cabeza: es un puñetero Ferrari.
La solución en estos casos es seguirle el ritmo hasta que el cuerpo aguante.
A mi izquierda tengo una infusión “Duerme bien” (que no sé si es que no funciona o es que soy yo…). En cuanto se me acabe probaré otra: valeriana, tila o lo que sea. Quién sabe, igual acabo pasándome a fumar marihuana —espero que no—.
Llevo puestas mis gafas con filtro protector, de esas con cristal amarillo, para que no sea la pantalla la que me robe el sueño. Porque soy escritor, no tonto: hay que cuidar la vista.
Y ahora sí, a escribir un rato. En cuanto me entre sueño, volveré a la cama. Si no, aprovecharé las horas que tenga por delante, porque ahora mismo son las 00:23.
¿Cómo se vive este proceso?
La verdad, es una sensación agridulce. Por un lado, estoy preocupado por no dormir mucho; por otro, feliz, porque tras cuatro meses de terapia, de nuevo surge en mi la chispa de la escritura del libro que necesito plasmar en papel. Me encanta escribir. Es una sensación única ver cómo el libro va tomando forma. No es fácil poner en palabras las emociones, pero cuando lo consigues, es liberador.
No creo que sea malo para la cabeza; al contrario, es sanador. Y para el tipo de libro que estoy escribiendo, siento en lo más profundo de mi alma que me va a remover por dentro muchas cosas que son importantes para sanar.
Así que, de momento, pesa mucho más la parte positiva que la negativa.
Si en unos días veo que el ritmo se me descontrola, ya decidiré si tomo melatonina, incremento el ejercicio o busco otra forma de descansar.
Por ahora, toca aprovechar esta fuerza extra que me da la motivación.
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