51 .-Amanecer sin descanso

Anoche, finalmente, dormí un par de horas… hasta que me desvelé.
Me levanté a escribir y, después, ya no hubo manera de volver a dormirme.
Tuve que emplear toda mi artillería. Bueno, casi toda.

Primero, un par de infusiones relajantes mientras escribía.
Después, al ver que no pegaba ojo, recurrí a uno de mis recursos infalibles: un par de sándwiches mixtos, a la plancha y con huevo. No sé por qué, pero a veces comer algo me ayuda a coger sueño. Aunque, curiosamente, por la noche casi nunca funciona. A veces sí, a veces no.

Y para rematar, 3 mg de melatonina.
De nuevo a la cama, intentando convencer a mi cabeza de que parara, pero ella seguía repasando lo que ya había escrito, dando forma a lo que escribiría después. Imposible hacerla callar.

Hasta que, poco a poco, empecé a notar que el sueño llegaba.
Fue como cuando pones la palma de la mano hacia arriba para comprobar si empieza a llover y sientes las primeras gotas. Si te gusta la lluvia, sabes de qué sensación hablo: esa pequeña alegría al notar que está cayendo.
Eso mismo sentí yo al notar el sueño acercarse.

Me acurruqué, disfrutando del momento, dejando que mi mente se fuera apagando poco a poco.
Últimamente me fijo mucho en esas sensaciones: tanto al dormirme como al despertar. Es curioso observar cómo la consciencia se disuelve y vuelve, como el sol que desaparece y sale cada día.

A las 6:30, sin despertador, ya estaba de nuevo despierto.
Efecto de la melatonina desaparecido. Otra vez arriba.
Pero, por la hora que era, ya no merecía la pena intentarlo.
Un té, ducha, y a trabajar.

Otro amanecer sin descanso… pero con la cabeza llena de ideas.

Y si alguien se pregunta qué se siente cuando se tiene insomnio —si nunca lo ha sufrido—, la respuesta es simple: frustración.
Porque no os imaginéis que a la mañana siguiente estás como una rosa. No, no. Estás hecho una mierda.
Es como en Navidad, cuando trasnochas más de la cuenta y al día siguiente toca madrugar. Los que tenemos hijos pequeños sabemos bien lo que significa eso. Los niños son madrugadores implacables , y no muy silenciosos. AL final , madrugamos todos. Pues esto es igual… solo que sin fiesta de por medio.

Pero bueno, es lo que hay.
Podría ser peor.