ANTI-TRADING
57.- Lo que pasa cuando la gente deja de decir 'estoy bien'"
Ayer, de nuevo terapia grupal.
Terapia intensa…
Recuerdo el día en el que le dije a mi psicóloga que me estaba aburriendo con las terapias porque me cansaba escuchar siempre a todo el mundo decir “estoy bien, estoy haciendo las cosas bien”. Pues justo ayer, nada que ver. Y lo agradecí, la verdad.
La terapia empezó fuerte.
El coordinador —padre de un ludópata rehabilitado— trajo a su hijo para que nos contara su historia. Un chico joven, de 26 años, que lleva ya cuatro sin jugar. Nos relató cómo empezó todo de forma inocente, apostando con un amigo, hasta acumular entre los dos más de 40.000€ de deuda. Me impactó verle hablar con tanta claridad, con su padre al lado, que apenas con dos palabras le guiaba cuando parecía que ya había terminado.
La imagen era potente: padre e hijo, cuatro años después, uno rehabilitado, el otro coordinando terapias.
Después el coordinador presentó a un nuevo miembro.
Bueno, nuevo no. Nuevo para nosotros, pero no para la asociación. Era precisamente la persona que les había hecho la acogida a ellos dos cuando empezaron hace 4 años. Y ahora volvía… porque había recaído.
Escuchar a este hombre de unos 60 años me dejó con un nudo en el estómago.
Cuando le preguntaron si realmente quería recuperarse, respondió:
—Bueno… estoy aquí porque mi mujer quiere que venga.
Vamos a dejarlo ahí.
Frío. Real. Duro.
El coordinador le recordó que él ya conocía el camino, que eso era una ventaja. Y él respondió que, precisamente por eso, era peor. Porque sabía lo que le esperaba… otra vez empezar de cero.
Nos confesó que había acumulado una deuda de unos 17.000€. Nos confesó que hace un par de días fue al banco a recoger - como el que recoge un trofeo o un premio que le ha tocado - parte de un crédito preconcedido de 4.500€ para jugarlo todo a la lotería en un solo número. Pero que al salir, se arrepintió y volvió a cancelarlo. Nos reímos todos cuando nos dijo que no entendía como le "preconcedian" un crédito de 25.000 euros si no podía pagarlo.
Cómo me suena, que hijos de p... los bancos. Es ilegal ofrecer préstamos preconcedidos sin un estudio previo del deudor.
Recuerdo cuando el año pasado , en mi etapa de máxima desesperación , acepté con un click , como quien enciende el televisor con el mando a distancia , uno de esos préstamos de 25.000 euros , y a los 6 meses cuando mi cuenta se aproximaba de nuevo a cero , sentir un gran alivio cuando el banco , a modo de camello para un drogadicto, me ofrecía una nueva dosis de otros 25.000 euros, que por supuesto acepté por no enfrentarme a la realidad. Por no saber pedir ayuda en ese momento.
¿ Pero es que el banco no sabía que yo no podía pagar esa cantidad de dinero con los gastos, ingresos y más prestamos que ya tenía ? Mi cabeza no es capaz de comprenderlo , porque en mi cuenta están todos los datos y cualquier persona decente que los hubiera analizado, claramente hubiera llegado a la conclusión que yo no podía pagar ni siquiera el primero de los que acepté. Pero eso a los bancos les da igual.
Qué dolor escuchar todo esto.
Qué fácil es escarmentar en cabeza ajena… y qué duro verlo tan cerca.
Luego habló otro compañero, el mismo que el mes pasado nos contó lo de los prestamistas "extraoficiales". Pues bien, ayer nos comentó que ya había saldado la deuda grande , que nos tenia a todos en vilo, porque era una deuda que se iba incrementando 2.400 euros cada mes , si no pagaba.... Pero, como si estuviéramos en el cine en una película de suspense, añadió un pequeño detalle , que al parecer se le pasó el último día y que no nos dijo entonces: había otra deuda más de otros 2400€. De nuevo nudo en el estómago en todos los presentes - o al menos en el mío- .
El coordinador le preguntó si había más y aseguró que no. Pero claro… su credibilidad cayó al suelo - otra vez-.
La familia también lo sintió así. Su cuñado estaba a su lado. Ayer no estaba la hermana.
Se respiraba tensión. Mucha tensión.
Después el coordinador dio paso a otro compañero. Tenía la cara desencajada. Cuando le preguntaron cómo estaba respondió:
—Jodido.
Muy jodido.
Divorcio.
Jodido.
Cinco palabras. Nada más.
Se echó a llorar.
Y apenas pudo articular otra frase seguida. Mencionó hijas… luto… jodido y poco más.
A veces la emoción no cabe por la boca.
El coordinador intentó animar al compañero y fue dando paso uno a uno a los que faltaban por hablar , para intentar calmar el ambiente, que estaba demasiado caldeado.
Para terminar, uno de los compañeros nos contó que le iban a pasar al grupo intermedio en diciembre, pero que al final no, porque compró un número de una porra a la que lleva muchos años apuntándose, y en la que tan sólo sortean un jamón. Su mujer se lo contó al psicólogo, y lo “castigaron”. Él alegaba no saber que eso también era jugar. Si sólo es un jamón, nos dijo indignado....
Nos reímos con ternura. Ver a un hombre de unos 60 años , hablar así...
Salí de allí reforzado.
Con el estómago revuelto pero agradecido.
Con la sensación de haber aprendido más de la vida en dos horas que en semanas de rutina.
Qué importante es escuchar lo que duele.
Cuánto enseña.
Cuánto espabila.
Y qué bien me viene —de vez en cuando— que una terapia sea así. Cruda. Real. Humana.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados