ANTI-TRADING
59.- Lo que me quita el sueño (literalmente)
Hoy me desvelé a las 2:30 de la mañana y ya no he vuelto a pegar ojo. Ahora mismo son las 4:30 y solo puedo pensar en el día que tengo por delante sabiendo que, a media mañana, estaré hecho polvo. En el artículo anterior conté lo de la avería de agua, pero no llegué a explicar lo movido que fue el día anterior.
Reunión intensa en el trabajo. Una de esas en las que nadie se atreve a decir lo que hay que decir, pero si uno calla, el daño es para todos. Y yo no soy de los que callan.
Después surgió otro asunto que me tiene hoy desvelado: un conflicto en el colegio de mis hijos. Y lo comparto aquí porque esto es terapia, es proceso, y escribirlo me ayuda a entender qué me dispara el cortisol.
Cuando uno se tumba para dormir y el cuerpo está estresado, el cortisol sube. Y cuando sube, dormir es casi imposible.
A mí, el cortisol me salta especialmente con las injusticias . Y cuando algo me parece injusto, me meto en líos, porque hablo donde otros no se atreven.
En la clase de mi hijo mayor ha habido denuncias hacia una profesora. No entraré en detalles porque no busco polémica ni juzgar a nadie, solo describo cómo lo vivo yo. Conozco a una de las familias y me contaron que su hijo lo está pasando mal: dificultades para dormir, miedo al colegio… según me ha contado su padres, este chico literalmente se pone a temblar cuando tiene que ir al colegio. Y, en mi opinión, aunque un niño puede exagerar cosas, cuando un tema se repite durante varios cursos y varias familias coinciden, algo merece ser investigado, al menos para descartar. Son niños, es un tema muy serio.
La reacción del colegio —siempre desde mi punto de vista— no me pareció la más adecuada: se canceló una excursión y se convocó a los padres para pedir apoyo hacia el profesorado y para escribir a inspección posicionándonos contra las familias denunciantes.
Y aquí explotó mi cortisol.
En el grupo de WhatsApp nadie decía nada , ante la convocatoria de una de las madres proponiendo la actuación de las familias en apoyo de los profesores y condena de las familias denunciantes. Publiqué algunos mensaje (respetuosos) preguntando si realmente todos sabíamos lo ocurrido para posicionarnos así e indicando que consideraba que era un tema a tratar entre las familias afectadas y el colegio y no nos corresponde al resto posicionarnos a favor o en contra.
Pero la respuesta general fue apoyar sin cuestionar. Silencio absoluto en el grupo .
Y mi mujer, con lógica y miedo, me dijo:
"¿Y si esos mensajes llegan a dirección o al profesorado y afecta a nuestros hijos?"
Su miedo es legítimo. El mío también.
Porque yo pienso justamente lo contrario: callar por miedo es lo que perpetúa las injusticias.
Y, en mi opinión, si hay niños sufriendo, lo responsable es no mirar a otro lado.
Así que , aquí estoy. Desvelado por el cortisol, pero con el alma tranquila, sabiendo que a mi no me paraliza el miedo a lo que los profesores puedan hacer a modo de represalias. Simplemente intentando ser justo: si no sabemos lo que ha pasado , deben ser ellos quienes lo resuelvan. Ante la duda no posicionarse, y lo lógico para mi en este caso, mas que posicionarse en defensa de los profesores, que son los adultos, deberíamos preocuparnos mas por los niños, que son lo que están madurando , no creo que haya mucha maldad en niños de 8 o 9 años, sinceramente. Revoltosos , seguro.... pero malos, lo dudo.
Mi cabeza no perdona, y cuando algo me remueve por dentro con intensidad, no hay infusión ni melatonina que frene a mi mente.
No todo es trading en la vida... desde luego que no ... todo influye en nuestra cabeza. Todo afecta.
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