61.- Abstinencia no es rehabilitación

Abstinencia no es lo mismo que rehabilitación, ni mucho menos.
De hecho, de forma consciente siento cómo están totalmente separadas.

Mi psicóloga enseguida me responde algo alterada cuando le digo que el juego lo tengo controlado, como en un segundo plano. Ella rápido me dice: mucho cuidado, que eso es muy peligroso… que siempre hay que tenerlo presente. Y yo lo sé.
A lo que me refiero es a que, hoy en día, no está en mi lista de preocupaciones principales.

La causa principal es que para jugar —en mi caso para operar en bolsa— hace falta dinero, y no lo tengo. Estoy endeudado por encima de mis posibilidades, y conseguir más dinero implicaría hacerlo con otros trabajos… o entrando en mundos oscuros: tráfico de drogas, prostitución, robos, etc. Quiero hablar claramente, porque desgraciadamente mucha gente por adicciones termina atrapada ahí.

Yo, claramente, asumo que la abstinencia deberá estar presente siempre, permanentemente en mi vida.

Y aquí aparece uno de los problemas que sí reconozco:
"el bicho dentro de mí", intentando convencerme de cuáles fueron mis fallos y de lo que podría hacer para hacerlo bien esta vez. Ese es el bicho de la adicción, y yo lo siento. Se lo cuento a mi psicóloga siempre… y ella me regaña.

¿Y qué hago, si son pensamientos?
No se puede controlar lo que aparece en la mente, solo observarlo. Es muy diferente que un pensamiento surja y pierda fuerza con la observación, a que le prestes atención y vaya creciendo hasta empujarte a hacerlo.
Yo ya lo viví en el pasado, y sé bien cuál es la diferencia —a nivel interno—.

Por eso digo que “lo tengo controlado”, pero también digo (y lo afirmo ante mi psicóloga):
solo lo tengo controlado hoy.
No sé qué pasará mañana. Dependerá de cómo esté emocionalmente, del trabajo, de casa… porque si se descontrola todo, se me puede ir la cabeza. Y eso —ese momento en el que el impulso supera a la razón— es contra lo que luchamos los adictos.

¿Cómo se trabaja eso?

Con un esfuerzo enorme.
Supongo que en cada persona será diferente, pero a mí lo que más me ayuda es:

✔ Terapias con mi psicóloga: un espacio seguro donde hablar sin ser juzgado.
✔ Que alguien me escuche con ternura y también me confronte cuando hace falta.
✔ Observarme, escuchar mi cuerpo, mis reacciones, mis emociones.
✔ Conocerme. Detectar mis impulsos. Reconocer que antes ellos mandaban en mi vida.

Hasta ahora, realmente, no era yo quien tenía el control, era mi sistema de supervivencia.

Ayer estuve viendo un vídeo del canal "Lo que no sabemos", que explica qué ocurre en las personas que han sufrido demasiado. Muchos nos comparamos con otros y pensamos que no tenemos derecho a considerar que hemos sufrido —porque siempre habrá alguien peor—. Y es cierto. Pero eso no invalida nuestro dolor.

Dos personas pueden vivir el mismo trauma y sufrirlo de manera completamente distinta.
Sentirlo no es debilidad.
Lo importante es reconocerlo.

El cerebro de quien ha sufrido mucho se adapta para sobrevivir, pero a costa de vivir en alerta constante: afecta al sueño, a las relaciones, a la calma interna. Revertir eso es complejo. Somos personas que hemos aprendido a no pedir ayuda. Ahí nacen muchas adicciones.

Por eso comparto este vídeo: porque reconocer lo que te pasa es el primer paso real de la rehabilitación.
La rehabilitación —la verdadera— es esto:
cambiar el cerebro.
Reprogramarlo. Esculpirlo, como dijo Ramón y Cajal:

"Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro."

La neurociencia ahora lo confirma.
La neuroplasticidad es real.
Cambiar es posible.

Mi psicóloga, cuando le cuento cosas que viví de pequeño, me pregunta:

¿ Y tú lo viviste como normal?

Y yo siempre digo que sí. Y ahora pienso: no era para tanto.
Pero sé que eso es mi cerebro acostumbrado al sufrimiento. Para mí, eso era “lo normal”, porque mi cerebro estaba es su zona de confort. Mi cuerpo sobrevivió. Pero ahora no quiero seguir sosteniendo ese mismo dolor.

Y una vez no puedes más, no soportas tanto sufrimiento, si no sabes pedir ayuda puedes caer en una adicción, porque necesitas anestesiarte, acallar tu mente , necesitas dormir y no puedes hacerlo , porque no tienes las herramientas para ello. No sabes como hacerlo.

Por eso debes reconocer que necesitas ayuda. Pedir ayuda no es debilidad, es reconocer que tu no puedes hacer este trabajo tan duro solo . Pero es que realmente es un trabajo muy difícil para hacerlo sin ayuda y hay que ver las cosas como lo que son .

Sin embargo, creo que esto es tan complejo que no todo terapeuta sirve para todos.
Yo he tenido suerte. De momento le que me han asignado en la asociación me está ayudando en el proceso que estoy siguiendo. Si en algún momento siento que no avanzo o necesito otro enfoque, acudiré a otro de forma adicional, pero por el momento estoy contento.
Yo leo, busco, investigo, observo y llevo todo a la terapia. Trabajo dentro y fuera.

Y mi psicóloga me lo reconoce: en solo unos meses he avanzado más que muchos compañeros en años.
Porque la rehabilitación no es abstenerse.
La rehabilitación es reconstruirte. Y eso requiere un esfuerzo enorme.