ANTI-TRADING
63.- ¿ Cómo he llegado hasta aquí ?
¿Cómo he llegado hasta aquí?
Esa pregunta me ha perseguido durante meses,
como un eco incómodo que no consigo apagar.
Si retrocedo lo suficiente,
si quito capas de excusas y ruido,
creo que todo empezó con una frustración silenciosa:
esa sensación pegajosa de estar caminando un sendero
que nunca elegí yo.
Cursé unos estudios que no eran míos.
Los seguí porque era lo que tocaba,
porque parecía lo correcto,
porque parar y elegir por mi cuenta era demasiado incómodo.
Perdí años allí.
Abandoné la carrera, volví a empezarla…
no porque me importara el título,
sino porque no sabía cómo romper el guion que otros escribieron para mí.
Detrás de esa confusión había una necesidad más primaria:
dinero.
No dinero para comprar coches o viajar,
sino dinero para vivir como los demás.
Para salir con mi novia,
para invitar a una copa,
para no ser “el que no puede”.
Mis padres no podían dármelo.
Y yo no quería aceptar que dependía de ellos.
Esa herida —pequeña, vergonzosa, tan humana—
abrió una grieta.
Cuando terminé esos estudios sin alma,
mi padre me metió en su trabajo.
Yo lo sé: lo hizo por ayudarme.
Pero aquello profundizó la herida:
me sentía atrapado,
sin identidad,
sin propósito,
sin voz.
Y entonces apareció el trading.
No cayó del cielo:
ya había tonteado con él antes,
pero fue cuando me matriculé en ADE,
cuando entraron en escena las finanzas,
cuando vi números bailar en pantalla,
cuando creí ver una puerta secreta.
De repente tenía lo que antes me faltaba:
tiempo para estudiar,
y dinero para probar.
Me lancé.
Cursos, plataformas, sistemas, libros, análisis…
Sin darme cuenta, me enganché a los mercados.
Y ese fue el principio real de todo.
Porque lo que nadie me dijo
—ni los cursos, ni los gurús, ni los libros—
es que el cerebro humano no está diseñado para esto.
Creemos que somos especiales.
Que seremos del pequeño porcentaje que gana.
Que nuestra inteligencia, nuestra disciplina, nuestra fe o nuestra ambición
nos protegerán.
Pero yo no era especial.
Yo era estadística pura.
Parte del 80% que pierde todo.
El que cree que está jugando con gráficos,
cuando en realidad los gráficos están jugando con él.
Mi mente no era apta para operar,
y yo no lo sabía.
Para cuando quise verlo, ya estaba dentro.
Hoy, cinco meses después de entrar en una asociación para rehabilitación de ludopatía,
voy entendiendo piezas.
Hoy busco dentro de mí respuestas,
tratando de comprender qué me empujó,
qué me sostuvo,
y qué me destruyó durante más de doce años.
Doce años.
Doce años para tocar fondo.
Doce años de autodestrucción disfrazada de esperanza.
Siempre creí que lo conseguiría,
porque me educaron en la idea de que el que no se rinde triunfa.
Que insistir es virtud.
Que aguantar es coraje.
Pero en el trading,
a veces el que no se rinde se destruye.
Yo era uno de esos.
Creía luchar por mis sueños,
y en realidad estaba cavando mi tumba emocional.
Por eso escribo esto:
para entenderme,
para reconstruirme,
y quizá para que alguien que se vea reflejado
no tenga que esperar doce años para hacer la pregunta correcta:
¿cómo he llegado hasta aquí?
Porque a veces la respuesta es menos épica y más dolorosa:
te fuiste perdiendo mucho antes de darte cuenta
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados