68.- Cuando no funciona ni el plan A, ni el B, ni el C

A veces no funciona tener plan A, plan B, ni siquiera plan C.

A las cinco de la mañana aún seguía despierto. Sí conseguí quedarme totalmente relajado, pero desde las cinco hasta las ocho estuve en una especie de duermevela, sin llegar a caer en el sueño profundo. Así que aún resuenan en mi cabeza las palabras de ayer en la terapia grupal. Las de la señora que hablaba de la fuerza de voluntad.

A veces no es cuestión de fuerza de voluntad. Porque, creedme, más fuerza de voluntad que yo para dormir no creo que tuviera nadie… y, sin embargo, no lo logré. Quien ha padecido alteraciones del sueño sabe perfectamente de lo que hablo. Es una verdadera putada.

Así que hoy empiezo el día jodido. Pero es lo que toca.

Además, con el insomnio es mejor ir de buenas. Es un tipo bastante chungo y es mejor jugar con sus reglas. Aquí no sirve hacer las cosas a tu manera. Las reglas no las marcas tú. Puedes poner de tu parte, pero es posible que no funcione. Mañana será otro día. No hay que desesperarse.

Lo importante es intentar hacer ejercicio, quemar exceso de cortisol, pasarlo bien, reírse… todo eso ayuda al descanso. Ayuda, pero no lo asegura. Al menos en mi caso. Porque depende del sistema nervioso, de la química que esté fluyendo por tu cuerpo.

Aquí no sirven los consejos sencillos de gente que no tiene ni puta idea de lo que es esto. Me hace gracia cuando intentas explicar que no puedes descansar porque estás pensando en lo que sea y algún iluminado te dice: “pues intenta no pensar en eso”. 😂 Me parto.

En fin… a lo que vamos.

Continuamos el artículo de ayer, que lo corté porque era excesivamente largo. Mientras íbamos al bar a tomar algo los de la asociación, fui hablando con un compañero al que conocía de vista, pero con el que no había hablado nunca fuera de terapia.

Intercambiamos experiencias. Él me contó la suya. Había coqueteado con la ruleta en sus inicios, pero fueron las apuestas deportivas las que le arruinaron la vida. Escuché con cierto terror, he de reconocerlo, que tenía dos pisos, vendió uno por el juego; le tocaron 60.000 euros en la lotería y 30.000 los perdió jugando. Intentó recuperar lo perdido y se hundió mucho más con préstamos.

Cómo me suena todo esto.

Y la conclusión que quiero dejar en el artículo de hoy es la siguiente reflexión —o miedo— que él mismo tiene y que yo comparto.

Me dijo que tenía miedo de que, una vez rehabilitado, cuando consiga controlar sus emociones, se le puedan aparecer pensamientos de intentarlo de nuevo, sabiendo que se podía ganar dinero con las apuestas y evitando esos comportamientos de ludopatía, de pérdida de control. Exactamente ese pensamiento lo tengo yo y me preocupa muchísimo. Porque llevado al trading, a mí me ocurre algo similar. Sé que se puede ganar dinero aplicando estrategias y, sobre todo, controlando la cantidad de dinero que se invierte. Veo clarísimo que mi problema fue la pérdida de control y el exceso de riesgo.

Ese pensamiento también aparece en mi mente y me aterra. ¿Qué pasaría si vuelvo cuando ya controle mis actos, mis emociones, etc.? Me da pánico solo pensarlo.

Aquí llegaría el iluminado de turno y me diría: “pues no pienses en eso, piensa en tus hijos”. Y yo le respondería: muchas gracias, explícame cómo. Porque la mayoría de nuestros pensamientos —más del 80%— son automáticos e involuntarios. No los elegimos.

Después hablé con otro compañero que dibuja y que tiene un grupo de música. Estuvimos intercambiando ideas y compartiendo cómo la música y el dibujo ayudan a concentrar la mente, alejándola de los pensamientos que tienes. Al menos temporalmente.

Y a veces, con eso, ya es suficiente para seguir adelante un día más.