El autoengaño en el trading

Hace unos días un compañero de un grupo de Discord se puso en contacto conmigo tras leer este blog. Quiero empezar este artículo dándole las gracias a él y también a todas las personas que, de una forma u otra, me han dado ánimos en mi proceso de recuperación. A veces un simple mensaje de apoyo significa mucho más de lo que parece.

En aquel grupo pude observar algunas reacciones que me hicieron pensar. Intuí que muchas personas, al leerme, no comprenden del todo lo que cuento. Es lógico: el autoengaño que acompaña a la ludopatía —y a cualquier adicción— es un fenómeno invisible para quien no lo ha vivido. Desde fuera puede parecer incomprensible, incluso absurdo. De ahí el estigma que pesa sobre quienes atravesamos esta enfermedad.

Lo repito una vez más: no estoy en contra del trading. Solo comparto mi experiencia, porque escribir me ayuda a dar voz a mis pensamientos, a no reprimir lo que siento y, de paso, quizá a abrirle los ojos a alguien que esté pasando por lo mismo. Mi objetivo inicial era ayudar a los demás, pero poco a poco me doy cuenta de que, en realidad, lo primero es ayudarme a mí mismo. Y si en ese proceso alguien más encuentra algo de utilidad, mejor todavía.

Hoy quiero hablar del autoengaño.

Un compañero me confesó que se estaba dando “la última oportunidad” antes de dejar el trading definitivamente. Llevaba tiempo perdiendo dinero, pero aún seguía buscando cursos y nuevas estrategias con la esperanza de dar un giro a su situación. Eso, exactamente, es el autoengaño.

Yo pasé por ahí. Y lo más difícil de todo es que no te das cuenta, porque es tu propia mente la que te convence. No eres consciente de que te está engañando hasta que entras en un proceso de recuperación y aprendes a observar tus pensamientos como desde fuera, a analizarlos y preguntarte si lo que tu mente te dice realmente va a favor de tus intereses… o en contra.

Antes de entrar en rehabilitación, eso no ocurre. Piensas lo que piensas y punto. No hay cuestionamiento, no hay distancia, no hay autocrítica real. Es solo cuando comienzas a trabajar en ti mismo cuando descubres la magnitud del engaño. La mente crea todo tipo de excusas y argumentos para justificar el comportamiento adictivo, para seguir persiguiendo esa recompensa química: la dopamina.

Es un fenómeno increíble y a la vez aterrador. Difícil de explicar a quien no lo ha vivido; casi imposible de transmitir a un adicto que aún no ha comenzado la recuperación. Y la realidad es dura: en la mayoría de los casos, un adicto no busca ayuda hasta que toca fondo. Y ese “fondo” es distinto en cada persona.

Por eso me preocupa tanto esa famosa “última oportunidad”. Porque rara vez lo es. Normalmente, se convierte en una cadena interminable de segundas, terceras, cuartas oportunidades… hasta que, muchos años después, se produce la verdadera última: cuando ya no queda más remedio, porque se ha tocado fondo.

Con este blog pongo mi granito de arena para que alguien, quizás, no tenga que llegar tan abajo para abrir los ojos.