El peligro de las criptomonedas: fascinación y riesgo

Quiero empezar con una confesión: no soy experto en criptomonedas. Nunca las he operado, y en muchos aspectos me considero un completo ignorante en este terreno. Sin embargo, me fascina lo que ha ocurrido con ellas, especialmente con el fenómeno del bitcoin.

Recuerdo perfectamente una de mis primeras experiencias como trader: viví una subida espectacular que situó al bitcoin en torno a los 500 dólares. Si pudiera regresar al pasado y hablar con aquel “yo” que soñaba con hacerse rico en los mercados, solo le diría una cosa: compra bitcoin y espera diez años. Nada más. Nada menos.

Visto desde hoy, resulta casi increíble lo que ha sucedido. Bitcoin pasó de ser un experimento desconocido a convertirse en uno de los activos de referencia mundial, seguido por profesionales, instituciones y pequeños inversores. Una creación que, de la nada, ha logrado ganarse la confianza de millones de personas y ha marcado la historia de los mercados financieros.

Un producto único… y peligroso

Aquí está la cuestión: bitcoin y las criptomonedas en general son un producto único, con un funcionamiento que muchos (me incluyo) apenas comprendemos. Están rodeadas de una volatilidad extrema, de una narrativa cargada de promesas, y de una comunidad global que las defiende casi con fervor religioso.

Y sin embargo, no hay nada detrás de ellas en el sentido clásico de los activos financieros: no son una empresa, no generan beneficios, no son una materia prima. No hay un respaldo físico ni económico claro. Son, si se quiere, humo… pero un humo perfectamente diseñado, con un relato seductor, capaz de mover montañas de dinero y de generar confianza allí donde no existe un sustento tangible.

El riesgo actual

Lo verdaderamente peligroso, en mi opinión, es el punto en el que estamos ahora. Bitcoin ha pasado de ser un nicho para visionarios a un activo que “todo el mundo mira”. Ha atraído tanto a profesionales como a pequeños ahorradores, muchos de los cuales entran en este terreno sin comprender realmente lo que significa exponerse a una inversión tan volátil y sin garantías.

Esa confianza creciente puede convertirse en un arma de doble filo. La historia nos muestra que todo lo que sube sin un respaldo sólido puede desplomarse con la misma facilidad. Y si eso sucede, las consecuencias pueden ser devastadoras, no solo para quienes invirtieron sus ahorros con ilusión, sino para la percepción global de los mercados financieros.

¿Y el futuro?

¿Qué pasará con las criptomonedas en los próximos años? No tengo la respuesta. Nadie la tiene. Lo único seguro es que el bitcoin ya ha hecho historia, y volverá a hacerlo, para bien o para mal.

Lo fascinante de todo esto es pensar si en algún momento su creador —o creadores— imaginaron que su invento llegaría tan lejos, generando tanta confianza y tanta polémica al mismo tiempo.

Por ahora, la única certeza es que estamos frente a un fenómeno arriesgado, complejo y extraordinario. Y que, como en todo en el mundo del trading, conviene mirarlo con cautela, espíritu crítico y una buena dosis de humildad.