El peso de las pérdidas en el trading (y lo que nadie te dice)

En mis sesiones de terapia lo he dicho abiertamente, porque es lo que siento:
Si hoy pudiera empezar desde cero en el trading, con todos los conocimientos que tengo ahora y sin el peso de las pérdidas acumuladas, probablemente lo haría de otra forma. Seguramente me lo tomaría como una inversión a largo plazo, sin deudas, sin la presión de recuperar nada, y quizás la historia sería diferente.

Pero la realidad es que ya no puedo. He cruzado lo que yo llamo “la línea roja”: un punto de no retorno en el que el volumen de pérdidas es tan grande que, tarde o temprano, el autosabotaje aparece. Por mucho que planifiques operaciones para el medio o largo plazo, la ludopatía —ese “caballo desbocado” que llevas dentro— termina empujándote a operar en el corto plazo, buscando adrenalina y recuperación rápida.

El problema es que las pérdidas no desaparecen. Siempre están ahí, condicionando cada decisión. Desde el momento en que perdí mi primera cuenta grande, todo cambió. Nunca más volví a ganar de forma consistente. Siempre intenté recuperar lo perdido con poco capital (algo muy complicado), y cuando lo intenté con más dinero, terminé perdiéndolo igualmente, autosaboteándome.

Lo que debes saber si te planteas operar en los mercados

Si quieres un consejo sincero, aquí tienes dos que pueden ahorrarte mucho sufrimiento:

  1. Nunca, repito, NUNCA pidas un préstamo para operar en el mercado. Ni a un banco ni a un familiar. Opera únicamente con una cantidad pequeña de tus ahorros, una cifra que no te importe perder en absoluto.
    Con tiempo, experiencia y un sistema que te aporte una pequeña ventaja estadística, podrás aplicar la ley de los grandes números: repetir lo mismo, una y otra vez, con buena gestión del capital. No hace falta más que eso.

  2. Haz un repaso de todas tus pérdidas hasta ahora.
    Calcula la cifra total. Sé consciente de ella, aunque duela. Grábate esto a fuego:

    Ese dinero ya está perdido.
    No se recupera.
    Ya no es tuyo.
    A partir de ahí, actúa como en el primer consejo: sin deudas, con poco capital y aceptando que el mercado no es un lugar para saldar cuentas con el pasado.

Porque si no lo haces, las pérdidas se convierten en una sombra que nunca te deja operar con claridad… y esa sombra, tarde o temprano, te atrapa.