ANTI-TRADING
Una vida entera no puede explicarse en cinco minutos, ni en una hora...
Las decisiones que tomamos están influenciadas por miles de factores: nuestra personalidad, nuestras heridas, nuestro entorno, nuestra visión del mundo. Y a veces, el resultado de todo eso es una historia difícil de comprender desde fuera.
Llevo años sintiendo, casi a gritos, la necesidad de escribir un libro. Tal vez porque necesito que me escuchen, porque necesito contar mi historia a la gente que me rodea. Muchas veces he tenido la sensación de que no me entienden, de que no alcanzan a ver cómo he llegado hasta donde estoy ahora. Pero todo tiene una explicación, aunque no sea evidente. Una explicación que se esconde en lo más profundo del ser, en las heridas que uno arrastra desde la infancia.
En mi caso, quizá empezó con el hecho de no haber conocido nunca a mi padre biológico. Crecí en una familia numerosa, con recursos limitados, y me acostumbré desde pequeño a adaptarme a los cambios: mudanzas, nuevos entornos, amistades que iban y venían… Viví una infancia de continua adaptación. Y, con el tiempo, también la pérdida de las personas que realmente me escuchaban: mis abuelos. Ellos me cuidaron cuando era niño, y su ausencia —especialmente la de mi abuela, que falleció hace ocho años— dejó un vacío difícil de llenar.
Quizá por eso algo dentro de mí me empuja a hablar, a no callar más. Siento que necesito contarlo.
No tuve la oportunidad de conocer a mi padre ni su historia, ni sé de dónde vengo. Por eso, una de las razones por las que quiero escribir este libro es para que mis hijos sí puedan conocer a su padre. Porque cuando crezcan, tal vez no me escuchen, o quizás no sea capaz de explicarles todo esto. Pero sé que, tarde o temprano, leerán estas páginas, y podrán entenderme.
Escribo este libro por ellos, para dejarles un testimonio sincero de quién soy y de lo que he vivido. Pero también lo escribo por mí. Porque escribir este libro requiere sinceridad, requiere mirar el pasado con ternura, con aceptación y con perdón. Y, en ese proceso, sé que también sanaré.
Y, por supuesto, lo escribo por todos los que sufren alguna adicción —sea la que sea—, porque, aunque cambie la sustancia o el comportamiento, el origen suele ser el mismo: heridas que no supimos sanar.
Acabamos en una adicción porque el sufrimiento es tan grande que no sabemos cómo soportarlo. Nos faltan herramientas, y la adicción se convierte en la anestesia que nos permite seguir viviendo sin tanto dolor.
Dejo aquí, entonces, el prólogo de mi libro.
Para que sirva como ancla y como compromiso conmigo mismo: voy a terminarlo y voy a publicarlo.
Anti-Trading.com
© 2025. Todos los derechos reservados